martes, 10 de junio de 2008

TE AMO MAMÁ...


Esencia de mujer, hecha guerrera de a poquito.

En la vida fuimos aceptando retos y condiciones, situaciones y eventos. Ante cada uno de ellos hemos debido luchar por lograrlos, hemos debido ser constantes para mantenernos integras y hemos sido más de una vez luchadoras guerreras, en el frente de un combate entre lo que somos y como nos perfilan los demás.

Somos las beligerantes en afrenta contra el tiempo, desmembrándonos en mil roles tratando de no equivocarnos jamás intentando mantener la armonía de nuestro mundo. Hemos sido el confort hecho brazos ante cualquier vicisitud.

Como extraño ese abrazo que me cobija ante un entristecer, una palabra tenue que acompañe mis tristezas, mi dolor, mi desasosiego, una enfermedad, o un simple dolor de vientre.
Tengo que envolverme de la coraza que me mantenga vertical ante cada situación, pues esos brazos dónde me sentí protegida no están cercanos a mi.

Hoy tiembla mi musa ante la noticia de la enfermedad de mi Madre, mi viejita nuevamente luchando contra la enfermedad, sin duda alguna una guerrera que guapea en los quirófanos. Arrastrando las secuelas no del Cáncer, más si las de los tratamientos posteriores que van degenerando el cuerpo.

Cuando escribía en mis diarios, era la forma que tenia de conversar con un amigo, decirle lo que sentía sin que me juzgara siquiera sin oír de él un reproche.

Hoy quiero tan sólo murmurar lo inmensamente pequeños que somos ante situaciones de la vida, cuan frágil y vulnerables nos convertimos cuando nos sentimos de manos atadas, pues si bien muchas se pueden transformar, otras tan sólo hay que aceptarlas.

Me toca aceptar que esa hermosa mujer que un día enfrento tormentas, hoy precisa quien le brinde fortalezas. Y si de espaldas lloro y retuerzo de tristeza, en su presencia la sonrisa salida de dónde las fuerzas aún me hacen gallardamente vivir.

La vida no siempre transcurre en el rosa que deseamos, no siempre es en negro y blanco, y menos aún el prisma hecho luz de arco iris.

Hay días dónde lo difuso nubla nuestras mentes, y es aquí dónde trato de encontrar lo que en el instante adolezco. La ausencia, la impotencia, el temor, los miedos.

Hoy sólo me atrevo a decir: Pase lo que pase TE AMO MAMÁ.





Renacer en el Ocaso...

Renaciendo en el Ocaso, es parte de una vida que necesitó plantearse… ¿Qué hago ahora con lo que tengo en mis manos?
Jamás diría, comenzar de nuevo o partir de la nada…Pues quien ha vivido 45 años, jamás puede partir del punto cero.
Cada persona que enfrenta una situación álgida en el recorrido de las sendas de su vida.
Siempre recomenzará, planteándose una nueva forma de ver y de vivirla, más nunca comenzará de nuevo.
Pues cada quien lleva en si las huellas que se fueron tatuando con el tiempo, sus recuerdos, sus fortalezas, sus debilidades, su aprendizaje, su entorno.
Para comenzar de nuevo, sería necesario nacer de nuevo. Y eso no es posible.
Porque renacer en el Ocaso y no en el alba… Porque es en el Ocaso dónde solemos aventarnos a los recuerdos, reposar el cansancio, meditar y contrapesar situaciones.
Así que dejaré el alba para iniciar mi trayecto en ese Universo llamado Vida.



María Lasalete Marques

Orgullosa de ser Venezolana