Busco el
horizonte, para mirar una vez más la
infinidad del espacio, esa línea abstracta que nos separa del más allá.
Mirar sin observar, oír sin escuchar, respirar
sin oler, oigo el canto del jilguero y la lluvia. Las gotas sobre el agua y
admiro verlas penetrar ondulando ese cuerpo que se hace uno solo.
Y así como el ave
busca la tranquilidad, mismo que el viento silbe en la copa del árbol, mismo
que el agua descienda la montaña en vertientes produciendo sonidos. Ella sabe
que es su remanso de paz. Yo busco el mío, lejos de ruido que hacemos la
humanidad. Busco mismo sin saber por dónde comenzar, más cada día como fénix
emerjo y me hago fuerte. Y se que voy a extender mis alas al viento, y ser como
ese jilguero que encontró en el borde mismo del abismo, la tranquilidad para descansar.