lunes, 24 de noviembre de 2008

Un deseo cercano en el tiempo...


Subida sobre mi mundo, voy rodando
en busca sin pretender hallar
más si de llegar a mi puerto final.
Dónde recorra de tu mano
Los diques del alma, del sentir, del amar
Noches de luna, días de sol eterno
Miles de aves sobrevolando nuestro espacio
Una gaviota a la orilla, mirándonos extasiada
Un café, un vino tal vez, quien sabe
Pues voy rodando y sus giros no conozco
Lo dejo a la merced del mañana
Pues ella no me inquieta-
Rodar libremente en el gramado
Y caer sobre tu cuerpo en la certeza que me espera
Mientras los cisnes nos contemplan
En las márgenes del lago
Un mundo que no recorro,
Pues me alza cada mañana
Regalándome la vida, la esperanza, los sueños
Y en ellos estas tú que me arropaste con dulzura
Quiero a tu lado pasear por los bosques
Mirando las liebres que surgen de la nada
Sentir el viento ondear en mis cabellos
En la libertad que abrazo, sintiéndome odalisca

Renacer en el Ocaso...

Renaciendo en el Ocaso, es parte de una vida que necesitó plantearse… ¿Qué hago ahora con lo que tengo en mis manos?
Jamás diría, comenzar de nuevo o partir de la nada…Pues quien ha vivido 45 años, jamás puede partir del punto cero.
Cada persona que enfrenta una situación álgida en el recorrido de las sendas de su vida.
Siempre recomenzará, planteándose una nueva forma de ver y de vivirla, más nunca comenzará de nuevo.
Pues cada quien lleva en si las huellas que se fueron tatuando con el tiempo, sus recuerdos, sus fortalezas, sus debilidades, su aprendizaje, su entorno.
Para comenzar de nuevo, sería necesario nacer de nuevo. Y eso no es posible.
Porque renacer en el Ocaso y no en el alba… Porque es en el Ocaso dónde solemos aventarnos a los recuerdos, reposar el cansancio, meditar y contrapesar situaciones.
Así que dejaré el alba para iniciar mi trayecto en ese Universo llamado Vida.



María Lasalete Marques

Orgullosa de ser Venezolana