sábado, 14 de marzo de 2009

Despertar....



Hay momentos, en los que solo tu blancura me sabe escuchar, por ello el tenerte como mi mejor amigo, desde pequeña suelo usar tus hojas para dejar en ella sentimientos que de una manera u otra me atrapan en un callejón, dónde por instantes me detengo para retornar al camino de la vida.
Por momentos la Musa se detiene, y evoco los tiempos dónde todo parecía mas fácil de sobrellevar. Pero consciente que no puedo retornar a ellos pues el camino luego de recorrido se esfuma para quedar en nuestros recuerdos.
Siempre he admitido que la vida es esa hermosa vereda que recorrer día a día y que los escollos son la constante prueba de nuestras fortalezas y de nuestro carácter.
Los instantes gratos son la consecuencia misma de nuestra esencia. Pero en ocasiones me he deparado con situaciones que meramente me pregunto si valen la pena.
Hoy estoy ante una de ellas, y creo que solo me ha servido para aprender.
El Amor es una entrega plena, un germinar de confianza, un crecer sin ahogar, un permitir tener nuestro propio espacio y sobre todo ser uno mismo.
Cuando se nos coloca sobre la piel una lupa. Para ver que de extraño hay en un solo poro de nuestra piel, es como declinar en lo que siempre hemos creído, cubrirnos la piel con el ropaje de experiencias pasadas, es destruir en mil fragmentos los sueños de quien decimos Amar.
Si me pides el derrotero de mis días, la agenda de cada segundo vivido, si me mides tan sólo desde tus vivencias personales y experiencias pasadas,
No me estas mirando y menos aún creo que de nada ha valido esa vida compartida.
Nací para volar al lado de otra ave que surque un mismo cielo, no para quedarme al abrigo de sus vuelos y menos aún para que me impongas el canto de un colibrí cuando apenas soy una gaviota.
No vivo en un circo aunque en ocasiones tenga que sonreír con el alma destrozada, no cambio una vida si la que creo emprender no la abrazara dando lo mejor de mi, pero no puedo llevar a cuestas la carga que trasladas aferrada a ti, y con la que me cubres a cada instante.
Mientras que creas que solo tú eres el Ser perfecto, el incondicional, el que todos los valores positivos son únicos de tú persona y midas a los demás con los antivalores.
Jamás podrás ser un ser libre realmente. Equivocarse una vez es condición humana, pero cuando nos empeñamos una y otra vez en la misma regla de medición creo que cerramos la puerta a algo que pudo ser hermoso y que abandonaste en el camino.
Podemos reconstruir un cristal roto, pero jamás sera el mismo. Pues no verás un reflejo cristalino de tu imagen sino verás mil imagenes de ti mismo.

Renacer en el Ocaso...

Renaciendo en el Ocaso, es parte de una vida que necesitó plantearse… ¿Qué hago ahora con lo que tengo en mis manos?
Jamás diría, comenzar de nuevo o partir de la nada…Pues quien ha vivido 45 años, jamás puede partir del punto cero.
Cada persona que enfrenta una situación álgida en el recorrido de las sendas de su vida.
Siempre recomenzará, planteándose una nueva forma de ver y de vivirla, más nunca comenzará de nuevo.
Pues cada quien lleva en si las huellas que se fueron tatuando con el tiempo, sus recuerdos, sus fortalezas, sus debilidades, su aprendizaje, su entorno.
Para comenzar de nuevo, sería necesario nacer de nuevo. Y eso no es posible.
Porque renacer en el Ocaso y no en el alba… Porque es en el Ocaso dónde solemos aventarnos a los recuerdos, reposar el cansancio, meditar y contrapesar situaciones.
Así que dejaré el alba para iniciar mi trayecto en ese Universo llamado Vida.



María Lasalete Marques

Orgullosa de ser Venezolana