un salir al jardín trasero en casa de mis Padres
me lleva a sentarme, y contemplar la humedad
del jardin, ese olor a tierra húmeda que me hace
esbozar sueños que comienzan a dejar de ser quimeras
detenidas en el tiempo.
Ese contacto con mis raíces, entre mimos, y afectos
gente que al cruzarse en mi recorrido
por las viejas calles de piedra
me saludan afectuosas, preguntándome por los míos
que deje en mi país de residencia.
Es el cruzar de tiempos distantes ya vividos
el abrazo de afectos que brotan
de una cotidianidad compartida
Muchos de ellos, ya no estan presentes,
otros los años les han cubierto
los cabellos del blanco maduro,
otros caminan ya lentos apoyados
en un brazo o bien en su bastón.
Cuando me miran, me hacen sentir joven,
pues me dicen con cariño
que los años no pasan por mi.
Creo que sus miradas me observan desde el sentir afectuoso
Es placentero salir y caminar por las calles empedradas
sentir el frescor en cada amanecer, de esas piedras usadas
en los muros linderos de una ciudad pequeña.
Mis padres aún vivos, se sientan a mi lado contándome
repetidamente las mismas historias,
yo tan sólo más que escucharles les oígo,
con el placer inmenso de poderles ver y estar en ese instante
Ambos con sus cosas de viejos de 83 años,
pero llenos de ese Amor que les une cada día.
De esa magia envidiable, que muchos deseariamos tener.
No importa la edad cuando el deseo esta presente,
y ellos han sido lección de vida para mi.
En su ocaso aún tiene el brillo presente de las miradas,
aún se besan con la candidez del primer día,
con la fortaleza de lo que sienten
con la certeza uno en el otro
de llegar unidos hasta el final de sus caminos.