
Cada instante, dónde silencio cada célula de mi esencia humana, y contemplo en detalle cada pieza del inmenso puzzle del escenario del Mundo que se ofrenda a mis manos día a día, me siento una nuez, infinitamente pequeña formando parte de ella.
Soy parte de esa historia que se escribe en vivencias, en instantes, haciendo mi parte, pues tan sólo he aprendido que mi razón de Ser es vital en el contexto del Universo.
Tomando de el, la energía que llena mi simplicidad, convirtiéndome en la guerrera de mis pasos, la luchadora de mis sueños, la ejecutora de mis acciones, la responsable de mis logros y fracasos, asumiendo el aprendizaje que de ellos tomo.
En cada atardecer, ante ese sol imponente que dormita para dar paso a su luna amada que envuelve en misterio los pensamientos.
Es cuando miro, vivo y siento que no debo dejar páginas en blanco en mi vida, mas si concluir las que haya que cerrar. Y seguir escribiendo mi historia.
Miro el pasado, no como la herida misma, sino como los recuerdos atesorados de una hermosa vida, con capítulos resaltados que me sirven de lección.
Abrazando los buenos y los malos instantes, pues ellos forman parte de mi, como cada parte vital de mi cuerpo.
Negarlos, es negarme a mi misma lo que SOY, lo que FUI, pues ellos se funden para escribir sobre pliego blanco lo que SERÉ.
Soy parte de esa historia que se escribe en vivencias, en instantes, haciendo mi parte, pues tan sólo he aprendido que mi razón de Ser es vital en el contexto del Universo.
Tomando de el, la energía que llena mi simplicidad, convirtiéndome en la guerrera de mis pasos, la luchadora de mis sueños, la ejecutora de mis acciones, la responsable de mis logros y fracasos, asumiendo el aprendizaje que de ellos tomo.
En cada atardecer, ante ese sol imponente que dormita para dar paso a su luna amada que envuelve en misterio los pensamientos.
Es cuando miro, vivo y siento que no debo dejar páginas en blanco en mi vida, mas si concluir las que haya que cerrar. Y seguir escribiendo mi historia.
Miro el pasado, no como la herida misma, sino como los recuerdos atesorados de una hermosa vida, con capítulos resaltados que me sirven de lección.
Abrazando los buenos y los malos instantes, pues ellos forman parte de mi, como cada parte vital de mi cuerpo.
Negarlos, es negarme a mi misma lo que SOY, lo que FUI, pues ellos se funden para escribir sobre pliego blanco lo que SERÉ.