permitiéndome visionar su contenido como aprendizaje de la vida.
Cuando se aprende más que a mirar, a contemplar las formas, las sensaciones,
cuando aprendemos a mirar tras las siluetas, las razones de sus ondeantes contornos.
Aprendo a que no solo la belleza es producto de la Naturaleza
muchas veces esa belleza es fruto de la resistencia a las inclemencias del tiempo
A las envestidas del viento, a las carencias del suelo dónde se entrañan las raíces.
Si me acerco y contemplo silente, puedo ver que se ha luchado con vehemencia
para mantenerse vivo, altivo, deslumbrante.
Así he podido aprender que lo importante no es quien llega primero a la meta.
Más si el que trás sus luchas personales llega al fín a su meta,
sin dejar de ser el guerrero de sus sueños.
Como las ramas onduladas de um árbol que pareciera negarse a crecer al infinito
para aferrarse al suelo como raíces aún.
Pero que en su lucha por existir va permitiendo brotes de hojas,
sin darse cuenta que son ramas que se abren al cielo.